Las tardeadas en el copacabana - Poemas de Antonio R Munguia
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Las tardeadas en el copacabana
Poema publicado el 10 de Abril de 2011
Amigos de lejana juventud
que bailaron en el Copacabana,
gozando del ambiente y vida sana
que a recuerdo tornó con prontitud,
¿ Dónde han guardado el ánimo y virtud
que ayer con tanta enjundia desplegaron ?
¿ Acaso con los años se cansaron
y eligieron ser viejos afligidos,
dejando que el dolor y los quejidos
acaben con los frutos que sembraron ?
No dejen que el vaivén de su existencia
provoque la apatía en sus desvelos,
el rejuego de ayer fue de altos vuelos
y nos llenó de amor y de experiencia
con el sabor de una festiva esencia
que hoy debe ser motivo de alegrías.
Si por la edad hacemos tonterías
no hay porqué claudicar nuestros empeños,
de nuestra vida somos meros dueños
capaces de correr sus amplias vías.
El baile aquel que tanto disfrutamos
en tardeadas y fiestas bullangueras,
puso en el corazón vigor de veras
de modo que a "la hilacha vuelo damos"
y de canas y arrugas nos burlamos.
La vida no se acaba por ser viejos
o porque en las rodillas no hay reflejos,
se acaba porque el gusto reprimimos
de bailar otra vez y decidimos
que los goces de ayer queden muy lejos.
Poema publicado el 10 de Abril de 2011
Amigos de lejana juventud
que bailaron en el Copacabana,
gozando del ambiente y vida sana
que a recuerdo tornó con prontitud,
¿ Dónde han guardado el ánimo y virtud
que ayer con tanta enjundia desplegaron ?
¿ Acaso con los años se cansaron
y eligieron ser viejos afligidos,
dejando que el dolor y los quejidos
acaben con los frutos que sembraron ?
No dejen que el vaivén de su existencia
provoque la apatía en sus desvelos,
el rejuego de ayer fue de altos vuelos
y nos llenó de amor y de experiencia
con el sabor de una festiva esencia
que hoy debe ser motivo de alegrías.
Si por la edad hacemos tonterías
no hay porqué claudicar nuestros empeños,
de nuestra vida somos meros dueños
capaces de correr sus amplias vías.
El baile aquel que tanto disfrutamos
en tardeadas y fiestas bullangueras,
puso en el corazón vigor de veras
de modo que a "la hilacha vuelo damos"
y de canas y arrugas nos burlamos.
La vida no se acaba por ser viejos
o porque en las rodillas no hay reflejos,
se acaba porque el gusto reprimimos
de bailar otra vez y decidimos
que los goces de ayer queden muy lejos.
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