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Los caminos de la vida - Poemas de Antonio Munguia


 
 
Los caminos de la vida
Poema publicado el 18 de Abril de 2015

Hay caminos que llevan al abismo
donde el honor sucumbe sin sentido.
Son los que en el placer del recorrido
brilla con su luz propia el egoísmo.
Desplazarnos con lujo de cinismo
ignorando el valor del desvalido,
es la seña banal de haber destruido
todo principio y dejo de civismo.
Es la caída libre a la cuneta
donde sangran profusas las heridas.
Es también el declive a las sufridas
acciones jamás parte de la meta,
la que antes de nacer fuera receta
para mejor vivir futuras vidas.
Mantenerse en el rumbo encomendado
con ánimo de asir la Primavera
exige al andariego que la acera
inerme escolte el paso apresurado.
Salirse del camino a cualquier lado
puede llevar al risco o la pradera,
a riesgo de volverse una quimera
el triunfo eterno en cielo iluminado.
No son desplazamientos corporales
los que  nos llevarán a ser genuinos
en nuestro afán de transitar caminos
de triunfos y de logros inusuales.
Mas bien son necesarios los ideales
que forjan sabiamente los destinos,
cambiándonos  de humanos a divinos
ungidos por designios celestiales.
El sendero más corto y más seguro
para sentir que el rumbo no se esfuma,
es como aquel del mar que apunta al muro
del malecón sin afectarlo bruma,
huracán o tiniebla y, con apuro,
nos evita ser ancla en vez de espuma.
Nos empuja con  olas refrescantes
hacia la arena de una playa hermosa,
donde los pasos con cadencia airosa
huellas profundas dejan palpitantes.
Asi es como los viejos caminantes
lerdos lo humano echamos en la fosa,
mas al ego que es luz de  alma grandiosa
llevamos a gozar cielos radiantes.
Esta es la realidad de la existencia:
Una jornada de trayecto incierto
a quien no ve la luz de la advertencia
padeciendo traspiés; y es cielo abierto
a quien ajusta el paso a su conciencia,
para hacer de su vida un gran acierto.


MEMORIA:
Domingo 10 de Julio de 1988.- Con un dolor en el corazón por haber comprobado la infidelidad de la mujer adorada y sin importarme la familia que dejé abandonada en un restaurante. Caminar desde el restaurante de Tucson y no parar hasta verme, sin saber cómo llegué, en los barrios más solitarios de Phoenix.

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