La fuerza de la palabra - Poemas de Antonio Munguia
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La fuerza de la palabra
Poema publicado el 24 de Agosto de 2012
“…el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,”
revelando a su Padre con amor y con otros
dones propios de Su alma que con vena divina
de Palabra encarnada nuestra senda ilumina.
Cristo hizo doce apóstoles de humildes pescadores
convirtiendo a esos hombres en sus caros amores,
al lado de insensatos que en derrotero ciego
lo ignoran y prefieren el destino de fuego.
Al no seguir los pasos del gran Verbo encarnado
rechazan rica herencia de celestial legado,
el hermoso universo que con voz poderosa
infinito lo hiciera su magnitud grandiosa.
Mas la plebe inconsciente no puede a su palabra
darle el valor cumplido que solamente labra
quien con Cristo cultiva y da un fruto abundante
que brilla victorioso cual célico diamante.
ANTONIO MUNGUIA.
Memoria:
Miércoles 7 de marzo de 1962, cumpleaños de inquieta quinceañera, quien me dio su palabra y la olvidó cínica y traidoramente. Mi diaria convivencia parroquial me enseñó a honrar la palabra por fidelidad al Señor y me hace sentir profundamente traicionado el ver la facilidad con que alguien no cumple su palabra.
Poema publicado el 24 de Agosto de 2012
“…el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,”
revelando a su Padre con amor y con otros
dones propios de Su alma que con vena divina
de Palabra encarnada nuestra senda ilumina.
Cristo hizo doce apóstoles de humildes pescadores
convirtiendo a esos hombres en sus caros amores,
al lado de insensatos que en derrotero ciego
lo ignoran y prefieren el destino de fuego.
Al no seguir los pasos del gran Verbo encarnado
rechazan rica herencia de celestial legado,
el hermoso universo que con voz poderosa
infinito lo hiciera su magnitud grandiosa.
Mas la plebe inconsciente no puede a su palabra
darle el valor cumplido que solamente labra
quien con Cristo cultiva y da un fruto abundante
que brilla victorioso cual célico diamante.
ANTONIO MUNGUIA.
Memoria:
Miércoles 7 de marzo de 1962, cumpleaños de inquieta quinceañera, quien me dio su palabra y la olvidó cínica y traidoramente. Mi diaria convivencia parroquial me enseñó a honrar la palabra por fidelidad al Señor y me hace sentir profundamente traicionado el ver la facilidad con que alguien no cumple su palabra.
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