La felicidad es muda y el dolor tiene voz - Poemas de Antonio Munguia
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La felicidad es muda y el dolor tiene voz
Poema publicado el 24 de Febrero de 2014
Es la felicidad
Amable sensación,
Que aspira a posesión
Con gran intensidad
Del bien y la bondad.
Tenerla en el amor
Sin mancha ni rencor,
Con muda gratitud
Nos une en beatitud
Al celestial Señor.
El dolor en su ser
No se puede mirar
Por eso es que al gritar
Lo exhibe sin placer
Quien lo suele tener.
Contrario a ser feliz
Lo filtra en el tamiz
Del demonio y el mal,
Cual si fuera animal
Presto a ser infeliz.
Sólo un ente procaz
Ve el dolor con desdén,
Disfrazando de bien
Y de grato solaz
Su delirio falaz.
En el diario existir
Es preciso vivir
Mostrando con verdad
Nuestra felicidad;
Y el dolor... no exhibir...
MEMORIA:
DOMINGO 16 DE SEPTIEMBRE DE 1956. Momentos después de ser golpeado al llegar formados a la escuela ESPEC No.8 por mi compañero Paco Villarreal debido a la orden del Profr. Laredo que me exigió pisarle los talones para que llevara bien el paso. Muchos otros versos se me ocurrieron en el trayecto al Hospital Bribiesca donde fui atendido de cortadas en los párpados al quebrarse los gruesos lentes por el puñetazo recibido.
Poema publicado el 24 de Febrero de 2014
Es la felicidad
Amable sensación,
Que aspira a posesión
Con gran intensidad
Del bien y la bondad.
Tenerla en el amor
Sin mancha ni rencor,
Con muda gratitud
Nos une en beatitud
Al celestial Señor.
El dolor en su ser
No se puede mirar
Por eso es que al gritar
Lo exhibe sin placer
Quien lo suele tener.
Contrario a ser feliz
Lo filtra en el tamiz
Del demonio y el mal,
Cual si fuera animal
Presto a ser infeliz.
Sólo un ente procaz
Ve el dolor con desdén,
Disfrazando de bien
Y de grato solaz
Su delirio falaz.
En el diario existir
Es preciso vivir
Mostrando con verdad
Nuestra felicidad;
Y el dolor... no exhibir...
MEMORIA:
DOMINGO 16 DE SEPTIEMBRE DE 1956. Momentos después de ser golpeado al llegar formados a la escuela ESPEC No.8 por mi compañero Paco Villarreal debido a la orden del Profr. Laredo que me exigió pisarle los talones para que llevara bien el paso. Muchos otros versos se me ocurrieron en el trayecto al Hospital Bribiesca donde fui atendido de cortadas en los párpados al quebrarse los gruesos lentes por el puñetazo recibido.
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