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Carta de los fariseos a jesÚs de nazaret - Poemas de Winston Morales Chavarro


 
 
Carta de los fariseos a jesÚs de nazaret
Poema publicado el 07 de Julio de 2008


      Niño de Belén
      Tú que vienes de las pesebreras,
      De ese silencio absoluto
      Donde la sabiduría se puebla
      De viento, de río, de calambrinas olorosas
      E invade de lluvia
      Al aliso, al cajeto, al siete cueros de la montaña
      Enséñanos a conjugar la belleza.
      Tú que eres viajero de otras épocas
      -Distantes a las nuestras-
      Enséñanos a bautizar las encinas del bosque,
      A respirar el silencio
      A orillas de la Quebrada del Muerto.
      Niño de las grutas subterráneas
      De Zoar y los caminos,
      Tú que conoces el vaivén de las hojas
      Que atraes la revolución de los peces,
      Que vas hasta lo arduo del valle
      A dejar tus pisadas de lluvia
      Sobre las tierras infértiles del Monte Nebo,
      Danos esa sabia forma de mirar el mundo
      El silencio sagrado que atiza nuestro pecho
      Para reconocer en las piedras
      La amalgama de los mármoles y los diamantes
      Y el gozo de las inescrutables semillas
      Que caen como navíos de viento
      Al piélago desnudo del Rogitama.
      Somos los fariseos del templo
      Y nada nos consuela tanto
      Como el sonido del metal en nuestras prendas,
      Danos la posibilidad  de levantar en tres días la casa,
      De restituir nuestros cuerpos apócrifos.
      Con tus azotes de salvajina y madreselva
      Haremos un nudillo de escamas
      Para nuestras almas saduceas
      Y remontaremos  el vuelo como frailecillos copetudos
      Hacia la inmortalidad que tú meditas.
      Allá lejos
      No habrá más ofrenda que la contemplación de los cuatro metales
      Y un candelabro de cobre
      Dará luz a nuestros ojos;
      Un cielo bramante de estrellas
      Esparcirá sus imanes
      Y no habrá cenit, ni crepúsculo, ni nadir,
      Sólo una nada absoluta
      Que sólo conocen los hombres de las estrellas
      Y que tú,
      Niño de las premoniciones más remotas,
      De las verdades inverosímiles más lejanas
      Has escrito con tu sangre de ciprés,
      Has dictado con tu canto de azor
      Y tu mirar diluido en la hoguera de las sienes
      Cansadas por las piedras.
      Haznos libres huidizo niño de Belén
      Que las borrascas del templo sagrado
      Han hecho de estos fariseos
      Un cúmulo de huesos erráticos.

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