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Ha vuelto a ser octubre muchas veces - Poemas de Sigfredo Ariel


 
 
Ha vuelto a ser octubre muchas veces
Poema publicado el 23 de Marzo de 2004


        Ha vuelto a ser octubre muchas veces
        punteros de átomo, navíos
        escapes de amoniaco
        nos han acorralado como estacas
        no he prestado atención.

        Tras las canteras
        y el rastrojo oliva de los pastos
        no se verá la costa
        llamada Caibarién por un vaho de indios.

        Y me he dejado llevar
        o me han traído

        y he llegado hasta aquí
        remontando
        la tierra apisonada
        por infinitos bailes.
         
     
        La luz, bróder, la luz
        Mirar caer la nieve en la oficina de registro
        cuando uno es la señal con un pañuelo, un sauce
        que huele a mar del trópico, un animal aislado.
        Pudiera caer ahora mismo la nieve sobre los edificios
        en copos graves
        pudiera morirme si me viera en una cerrazón
        que tumba la cabeza
        hasta las manos de los padres
        que esperan sentados en un parque
        y que no saben nada.

        Un hombre quitaría con una vieja pala esta ceniza.
        Vagamente regresa a aquel lugar
        donde llovía detrás de la cabeza
        cuando tuvo otro nombre y una cicatriz en la barbilla
        y era hipócrita y humano
        como un pobre diablo.
        Bebía en los circos de ocasión
        y tenía el bolsillo repleto de llaves inservibles
        y un temor absoluto de la soledad.
        Seré yo mismo acaso si fuera tenedor de libros
        o fuera neerlandés y conociera la magia
        y si en el extremo de mi vida la nostalgia
        me pasmara las manos sobre el hielo.

        Job pudo reposar sin violentarse
        sobre este caracol marino
        y las sabanas pudieran estar llenas de alfalfas
        o de termas brillantes o de casas de troncos.
        Quiénes seríamos entonces / calle abajo
        acaso compraríamos el periódico de la mañana
        cayéndonos de sueño
        y las mandarinas y el pan dulce.

        Estos años románticos los querrán los hijos de los hijos
        y buscarán la letra en el registro, nuestros discos
        los papeles sucios.
        Voy a morir sin ver la nieve
        qué hubiéramos adelantado bajo la nieve harinosa
        esa pequeña aventura en nuestra luz:
        el paso de un astro, la carrera de una estrella.

        Estos días van a ser imaginados
        por los dioses y los adolescentes que pedirán estos días
        para ellos.
        Y se borrarán los nombres y las fechas
        y nuestros desatinos
        y quedará la luz, bróder, la luz
        y no otra cosa.

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