Perfume de destino. - Poemas de Santiago Oreggia
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Perfume de destino.
Poema publicado el 04 de Agosto de 2009
El destino nos miraba a los dos,
entre cientos de miles,
estudiando a cada instante,
nuestras vivencias,
envueltas en vaivenes y desvaivenes,
de perfume de vida,
y lirios de tristeza.
En un instante de sus andares,
cuando la luna se asomaba,
decidió su intervención,
poniendo a prueba,
nuestros anhelos sentimentales,
a través de la distancia,
formidable comprobadora,
del verdadero amor,
aquel que perdura,
como la misma existencia,
y que nunca muere,
inmortalizándose en el transcurso,
de nuestro infinito,
perfumado por el amor.
Pues allí estas tu...
Y aquí estoy yo...
Tan distantes,
pero tan cerca,
que casi sin darnos cuenta,
imperceptiblemente estamos juntos,
besándonos y amándonos sin vernos,
como dos en uno y uno en dos,
fundidos estrechamente,
tan ceñidamente,
que a cada instante,
alimentamos a nuestros corazones,
con la llama floreciente del amor,
ese amor que crece como la hiedra mala,
que aun cortando la raíz,
nunca muere y siempre crece más.
Y si desafías al destino...
Producto de la distancia,
te estarás desafiando a ti misma,
a los impulsos de tu corazón,
que vibrando como una campana,
en algún momento,
te hará ver tu rostro en el espejo,
y con la gracia de una gaviota,
a pesar de la distancia,
sentirás la necesidad de volar a mi encuentro,
sorteando cualquier obstáculo,
para caer en mis brazos,
como en una cuna suave de amor,
que con la pasión de nuestros besos,
y el ímpetu de nuestros cuerpos,
como una noche de lluvia tormentosa,
nos amaremos,
por siempre y para siempre,
agradeciéndole a Dios,
el “real” esplendor de nuestro amor,
perfumado por el destino.
reservados todos los derechos Santiago Oreggia©
Poema publicado el 04 de Agosto de 2009
El destino nos miraba a los dos,
entre cientos de miles,
estudiando a cada instante,
nuestras vivencias,
envueltas en vaivenes y desvaivenes,
de perfume de vida,
y lirios de tristeza.
En un instante de sus andares,
cuando la luna se asomaba,
decidió su intervención,
poniendo a prueba,
nuestros anhelos sentimentales,
a través de la distancia,
formidable comprobadora,
del verdadero amor,
aquel que perdura,
como la misma existencia,
y que nunca muere,
inmortalizándose en el transcurso,
de nuestro infinito,
perfumado por el amor.
Pues allí estas tu...
Y aquí estoy yo...
Tan distantes,
pero tan cerca,
que casi sin darnos cuenta,
imperceptiblemente estamos juntos,
besándonos y amándonos sin vernos,
como dos en uno y uno en dos,
fundidos estrechamente,
tan ceñidamente,
que a cada instante,
alimentamos a nuestros corazones,
con la llama floreciente del amor,
ese amor que crece como la hiedra mala,
que aun cortando la raíz,
nunca muere y siempre crece más.
Y si desafías al destino...
Producto de la distancia,
te estarás desafiando a ti misma,
a los impulsos de tu corazón,
que vibrando como una campana,
en algún momento,
te hará ver tu rostro en el espejo,
y con la gracia de una gaviota,
a pesar de la distancia,
sentirás la necesidad de volar a mi encuentro,
sorteando cualquier obstáculo,
para caer en mis brazos,
como en una cuna suave de amor,
que con la pasión de nuestros besos,
y el ímpetu de nuestros cuerpos,
como una noche de lluvia tormentosa,
nos amaremos,
por siempre y para siempre,
agradeciéndole a Dios,
el “real” esplendor de nuestro amor,
perfumado por el destino.
reservados todos los derechos Santiago Oreggia©
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