Danza de las horas - Poemas de RAÚL CONTRERAS
Danza de las horas
Poema publicado el 22 de Octubre de 2005
I
El signo de partida… pero ¿cuándo?
El viento inexorable… pero ¿cómo?
Todavía mis alas son de plomo
Y el que espera mi arribo, está esperando…
Así como quien ríe, así cantando
La parte inútil de la vida tomo.
Si algunas veces al jardín me asomo,
Mi sabia dulce a los rosales mando.
Porque sé que la hora es oportuna,
Tendida al sol, al viento y a la luna,
Aguardo las señales milagrosas…
Y ante el frágil temor de la partida,
Entretengo el engaño de la vida
Sembrando estrellas y tejiendo rosas.
II
Tejiendo rosas y sembrando estrellas…
Pero el engaño a la visión se junta,
Como son, en el alba que despunta,
Claros los tintes y las sombras bellas.
En este deshilar de mis querellas
Se enreda entre mis manos la pregunta:
¿quién me dio la canción? ¿qué voz me apunta
el buen camino y las doradas huellas?
Yo ignoro si esta lámpara que arde
—lámpara triste de una luz cobarde—
alumbrará mi hielo en el vacío…
sólo sé que, tendido al sol y al viento,
sobre la danza de las horas siento
que aún canta la ilusión, y el canto es mío.
III
El canto es mío y la ilusión aún canta…
Pulso en mis venas y en mi sed espuma.
Anhelo vertical, que resta y suma
El grito que del barro se levanta.
Y el plomo de mis alas no se imanta…
Y un doble afán de transparencia y bruma
Cristaliza mi voz, cuando rezuma
Humedad de silencios mi garganta.
El canto es mío… ¡Sombra luminosa,
Red para la nocturna mariposa
Que, en delirios de sol, la llama estepa!
¿Cómo partir si el vuelo me intimida?
No sé. Pero yo ensayo la partida
Poniendo a la ilusión alas de cera…
Poema publicado el 22 de Octubre de 2005
I
El signo de partida… pero ¿cuándo?
El viento inexorable… pero ¿cómo?
Todavía mis alas son de plomo
Y el que espera mi arribo, está esperando…
Así como quien ríe, así cantando
La parte inútil de la vida tomo.
Si algunas veces al jardín me asomo,
Mi sabia dulce a los rosales mando.
Porque sé que la hora es oportuna,
Tendida al sol, al viento y a la luna,
Aguardo las señales milagrosas…
Y ante el frágil temor de la partida,
Entretengo el engaño de la vida
Sembrando estrellas y tejiendo rosas.
II
Tejiendo rosas y sembrando estrellas…
Pero el engaño a la visión se junta,
Como son, en el alba que despunta,
Claros los tintes y las sombras bellas.
En este deshilar de mis querellas
Se enreda entre mis manos la pregunta:
¿quién me dio la canción? ¿qué voz me apunta
el buen camino y las doradas huellas?
Yo ignoro si esta lámpara que arde
—lámpara triste de una luz cobarde—
alumbrará mi hielo en el vacío…
sólo sé que, tendido al sol y al viento,
sobre la danza de las horas siento
que aún canta la ilusión, y el canto es mío.
III
El canto es mío y la ilusión aún canta…
Pulso en mis venas y en mi sed espuma.
Anhelo vertical, que resta y suma
El grito que del barro se levanta.
Y el plomo de mis alas no se imanta…
Y un doble afán de transparencia y bruma
Cristaliza mi voz, cuando rezuma
Humedad de silencios mi garganta.
El canto es mío… ¡Sombra luminosa,
Red para la nocturna mariposa
Que, en delirios de sol, la llama estepa!
¿Cómo partir si el vuelo me intimida?
No sé. Pero yo ensayo la partida
Poniendo a la ilusión alas de cera…
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