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Virutas del lecho - Poemas de Pablo Reyes


 
 
Virutas del lecho
Poema publicado el 12 de Octubre de 2011

Virutas del lecho

I

El lecho.
Virutas de sangre blanqueando nuestro suelo.
Las  manos,
Un sórdido vagar.
Una perra lamiendo melenas.
Ahí está la cama con su parir de espumarajos y boca.
Este ignorar es un desafío.
Soy la noche bajo horribles cántigas de asombro.
Férrea noche.
En tu mano te duele el neonato.
Como hambre las lagunas deicidan tu forma.
Dos senos:
A un lado el lobo y en el pezón la oveja.
Cualquier lugar es bueno para el abade,
Para el dedo, el ojo hirsuto.
Filo de espada blandea superficie.
Eco, eco.
Esta callejuela conduce a la vida.
La enana del fondo en su lento abanicar.
Debo envenenarme y traspasar la jauría.
Debo acercar la visión al rostro.
Que bella eres ahorcada por las noches,
Que bella eres ahorcada en las noches,
Que bella eres ahorcada con las noches.
Al igual que cada verso
Ocupas menos sueño al repetirte.
La voz en suspirar tras la puerta del sepulcro.
Vaya lentitud de la vida.
Cuán cercana se rinde la muerta.
Quizás Itaba cultive esta dicha.
Corre una sombra,
¿quién es?
La flamita de luz que teje tu sueño.
Baja el río en su dormir, duerme el río en su bajar.
Que nos huela a caja, que pruebe un poco
De la insondable sucieza
De este cobijar enfermo
Donde mosquitos tejen hipocresías.
Noche,
Hay una espada que crea un cerebro en ti.
Cuidad de no prolongar el fratricidio.

II

Empezaré la canción en despertar moribundo.
Calle hedionda, se reaniman los pasos.
Un cuello torcido de gallinas.
Somos flamígeras especies.
Dios enojado.
Buenas noches y buenos días.
El sueño pierde fuerza.
Sólo la ojera.
Sólo el desafío inútil.
Soy el adoptivo del sepulcro.
Tres velas.
Hierve increada la cabellera de la momia.
Bermejo tigre, leopardo.
Hueso de plata.
Hay un camino y una voz.
¿Qué canción desafía el pensar de los dioses?
Aquí el alfarero creación de nada,
Aquí el hombre y la niña lobo,
Los cuchillos que destejen nuestro infierno,
La soledad y la tentación que purifica el espíritu.
Aquí tantas cosas que la nada nos arropa.
Alfarero, alfarero el hombre y la niña y el objeto,
Alfarero de preñeces itabales.
Aquí el pórtico, la nueva entrada hacia los libros,
Aquí la temporada en el retorno.

III

Subir, caer de un globo.
La mente como plataforma.
Introspección del pasado.
En aleteo la vida.
La mano al aire de una sombra
Coteja opiniones.
En el patio hay un perro,
Su ladrido es un parir de escurridizos reptiles.
Aura de niebla para inaugurar la batalla.
Ahora un paso.
Al frente del envés la muerta agiganta sensaciones.
El puño se presenta podrido de fuerzas.
-segundo paso-
Sangre brillosa de lodo.
Cerca del crustáceo
Sienes humanas perfilan victoria.
Lamamos juntos este desperdicio de desperdicios.
Las ramas entrecruzan sonrisas.
Dedo de carne señalando ranuras en el cielo.
Somos, no somos esa suerte ajena de espanto.
Por nosotros transcurre un unísono soliloquio.
En la niebla menos densa la batalla se libra.
Despierta el puñal su gracia divina.
La espuela de rasgada carne rasgar quiere un vientre cualquiera.
En el fondo
La bondad proyecta una luz olvidada.
Un hombre cobra vida.
Aura de hoguera.
Detrás de la sombra el puño da gracias.
Hay un eco perfilando traiciones.
Un despertar de locuras rayadas,
De sabores a colores raídos.
Bondadoso es el fin del mundo.
La pupila.
Los dedos transparentes.
El cuerpo.
El ruido de las rocas.
¿De dónde sale este fluir?
Crujido de peces.
Fuerte crujir de la nada.
Boca, oídos, nariz…
Conductos de baba y de sangre.
Con locura se puede destejer la noche.
Hilo a hilo nos llega una funda de bromas.
Ah! Inmortal sinsabor.
La vista no basta.
Debemos penetrar neuronas, gusanos, abejas y lombrices.
Hay un sueño que cumplir.
Dejadme el puñal para que podáis ser felices.
Un entierro despertaría hormigas.
El cuello blando, las manos azules de tanto respirar.
Hay un hombre tendido sobre el lodo.
Tiene el pecho abierto.
Cincuenta y seis ratas despueblan su sueño.
Subir, caer de un globo.
La mente como plataforma.
En las manos,
El pasado lava sus pupilas.
Antes.
Media noche.
Entrelazadas las manos
Inician el juego.
El aire se llena de voces.
La humorada,
Atisbo de canciones que son vuelo de miedo.
Es el fin de un empiezo.
En desliz los niños despiertan miradas.
Hay que correr.
El fantasma choca contra la pared de agua.
Raudo, mover raudo de las piernas.
A media noche escapar es un intento.
Restaurase al espejo el fantasma.
La lucha traspasa dimensiones.
Voy en pos de ti, honda noche.
Al cerrar los ojos desfiguro el tiempo.
Allí caduca el fantasma.
Con su muerte resucitan mariposas.
Nueva lucha de luces y espejos.
Plena
Media noche.
Aleteo nervioso de miedos.
Mordido por la víbora
El perro nos ofrece su bizcocho.
-día de huida este-
Detrás un naderío de agua perfora
Las huellas y los nombres.
Con su traje la novia recrea
Agujeros nocturnos.
Hilo de sangre trasparenta la bestial imagen.
Deslizo el puño por la grieta.
La mirada.
El fuego en alboroto oscureciendo la noche.
Vasta y horroroso tigre
Deslizando su lengua sobre mi rostro.
Hay tres diamantes y la lengua encarcelada
Llama con llamada indecible.
Debo aullar para espantar al tigre.
Huye.
La luna es refugio de lobos y ovejas.
Honda media luna de atardeceres muertos.
Atascamos en tus senos.
Tu baba radiante pare como buche de perros.
Dad gracias al olvido de una risa.
El niño.
Alpinista temblando dentro del huevo.
Huevo temblando dentro de la roca.
En el génesis dice adiós la mirada.
Acontece el golpe indeciso.
Caigo.
Raído el cuerpo lanza lluvia de noche.
Una lengua rota en cristales.
Las bragas como único dato.
La princesa nocturna dando voces contra
Contra la sangre.
Tras el envés
Sonríen los perros.
Aleteo disperso de reptiles.
La mano en busca del bastón.
Perdido en este valle imploro,
En Constanza son niños los caminos.
Hago una parada de acecho.
Con la daga el vampiro.
Pupilas rotas.
Silencio.
Oigo el bombear del agua.
Trotar, trotar,
Trotar de botas sucios sobre camino limpio.
La mujer desfonda su estómago.
El niño al revés,
Cero novedad de feto.
El llanto agujerea los barrotes nocturnos.
Como estrellas llueven agujas
Y empiezo a cocerme.
Soy niño.
Respiro la seda
A la orilla de este mar.

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