1
Al poema, como al candado, es menester echarle llave;
al poema, como a la flor, o a la mujer, o a la actitud,
que es la entrada del hombre;
al poema, como al sexo, o al cielo.
2
Que nunca el canto se parezca a nada,
ni a un hombre, ni a un alma, ni a un canto.
3
No es posible hacer el himno vivo con dolores muertos,
con verdades muertas, con deberes muertos,
con amargo llanto humano; acciones de hombres, no,
trasmutaciones; que el poema devenga ser, acción,
voluntad, organismo, virtudes y vicios, que constituya,
que determine, que establezca su atmósfera y la gran
costumbre del gesto, juicio del acto; dejar al animal nuevo
la ley que él cree, que él es, que él invente; asesinemos
la amargura y aun la alegría, y ojalá el poema se ría solo,
sin recuerdos, ojalá sin instintos.
4
¿Qué canta el canto? Nada. El canto,
el canto canta, no como el pájaro,
sino como el canto del pájaro.
|