Luna fija y redonda de níquel taciturno,
tú, sempiterna cómplice de la novia que espera,
medallón suspendido sobre el pecho nocturno,
¿viste llegar la Muerte con sus ojos de cera?
Luna grande del trópico, que estás entre las cañas,
tú, que de noche vives, Luna, tú que no duermes
y rompes tus espejos en las finas montañas,
¿pudiste oír el grito de los pechos inermes,
ver la corbata ruda de correa o de soga
que los ojos agranda y los cuellos ahoga?
Luna grande del trópico, alta sobre el palmar,
tú que despierta estabas aquella noche triste,
Luna fija y redonda, tú que todo lo viste,
no te puedes callar, ¡no te puedes callar!
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