top

Red DE OCIO Y LITERATURA »

  Canciones
  Humor
  Más Poemas
  Poemas amor
  Chistes
  Fútbol
  Examen de Conducir
  Películas

Rimas: hablemos... de amor - Poemas de Marco Antonio Quiñónez Flores


 
 
Rimas: hablemos... de amor
Poema publicado el 09 de Febrero de 2012

Me presento hoy ante ustedes
pretendiendo ser cantor.
Agradezco a sus mercedes
que perdonen si hay error
que, cuando se siente el canto
y se sale por la boca,
a veces, hasta provoca
en alguien, quizás, un llanto.

Pero no quiero callar
hasta terminar mi cuento
porque, con versos por ciento,
un mensaje quiero dar.

Su escuchar les agradezco
y pido al cielo una ayuda
para no ser muy molesto
si la lengua se me anuda.
Pero ya voy a empezar,
ya voy entrando en calor.
Si me quieren escuchar
Hoy vamos a hablar… de amor.

¿Qué es amor?, pregunta el necio
y también el inocente.
El amor es grito recio
que da Dios Omnipotente
en su obra de creación.
Es también una canción
que canta el eterno al mundo,
un pensamiento profundo
que nos brinda redención.

Es amor ver las estrellas
y también mirar el mar.
Amor son mujeres bellas,
amor es madre al llorar.

Es el amor tan diverso,
infinito como arenas.
Grande como el universo,
fuerte como son las penas.

El amor es sentimiento
que viene como el instinto.
Da tristeza, da contento,
nunca es igual, es…distinto.

Amó Cristo y dio su vida
por salvar la humanidad.
Nació así la cristiandad
que hoy se da por redimida.

Ama también el soldado
cuando empuña su fusil,
no importa si mata mil,
si es por amor a su tierra,
que por eso va a la guerra
sin pensar en sufrimientos,
deja atrás sus sentimientos
por esa clase de amor.

Ama el tigre a la tigresa.
Sale a matar al venado,
mata uno y ya regresa
para dejarlo a su lado.
Porque el instinto le ha dado,
a más de fuerza y fiereza
a ese  gran depredador,
Un poquitito de amor.

Hasta el tímido ratón
allá en su cueva, escondido,
siente algo muy parecido
a lo que ha sentido el león.
Pues toda la creación,
desde el árbol hasta el hombre,
tienen en su corazón
El amor del gran creador
Que, cuando nos vio formados,
nos mandó en su gran amor:
¡Creced y multiplicaos!.

Pero... Hablemos del humano,
ser supremo con razón.
También tiene corazón
y con él ama al hermano.
Ama, el hermano, al hermano
Con el amor fraternal.
El padre ama a sus hijos
con un gran amor filial.
Ama el hombre a la mujer
Y se llama amor carnal
y se suele padecer
por este amor terrenal.

Ama la madre, sufriendo,
Al hijo que se ha desviado.
Ama a aquél hijo, malvado,
que la tiene padeciendo.

Y, caído en la prisión,
siente amor el que está preso,
sufre de pena y dolor
cuando sabe que su madre,
con el último suspiro,
le mandó el último beso.

Por eso, ¡topo y reviro¡
si alguien dice que, el amor,
no es más que una fantasía
que el hombre creó alrededor
de los instintos sexuales,
O para calmar los males
de una sociedad podrida.
Qué creencia más jo...dida
de quien lo ve así de simple.
Mas bien, tendré yo razón
Si afirmó que, en mi opinión,
el amor se queda ausente
de aquél que, muerto, no siente.
O de aquél que, de egoísta,
no da ni los buenos días
o quizá, corto de vista,
no ha entendido de alegrías.

De cierto puedo decir
que no se encuentra un humano
sin ese amor sin altruismo.
Sin  excepción, sin ser vano
el amor tanto se aferra,
al espíritu del hombre,
que no hay nadie aquí en la tierra
que no se quiera asimismo.

Hablemos, ahora, del amor
de la madre que, al parir,
lo hizo, con tanto dolor,
que sintió que iba a morir.
Pero al mirar a su hijo
se inunda con alegría
porque sabe, ya de fijo,
que acaba de crear la vida.
Atrás, queda el sufrimiento
y le sobra la esperanza.
fue el dolor sólo un momento
que, a ensombrecer, nunca alcanza
el amor que está sintiendo.

El padre, por otro lado,
al pequeño ve, nacido
y lo ha dejado asombrado
no puede reaccionar
al mundo desconocido
que se le asoma, escondido,
en esa pequeña cosa
de su hijo recién venido.
Siente una gran desazón
si levanta aquel bultito
mas, pronto, ese pequeñito,
con mover solo un dedito,
le robará el corazón.

Así empezamos la vida
aunque haya sus excepciones,
porque hay malos corazones
que niegan una migaja
de amor a su pequeñín
y si bien va, en una caja,
Lo dejan abandonado.
Ruego a Dios, en su justicia,
que no deje, en sus olvidos,
a esos pobres desvalidos
que van, “sin padre ni madre,
Ni perrito que les ladre”

Pero esta no es la ocasión
de cantar esas canciones.
Hoy canto a las ilusiones
del amor y el corazón.

Así seguiré cantando,
con el permiso de ustedes.
La guitarra sigue hilando
los hilos de la canción
y mi voz va detrás de ella
cual marino tras la estrella

Desvalido,  entre amores
de sus padres, sus abuelos,
no le faltarán consuelos
a quien tiene una familia,
porque la vida concilia
que el hombre viva en manada.
Juntos nos volvemos fuertes.
solos no contamos nada.
Unidas van nuestras suertes
con aquéllos que queremos
mas bien dicho, los que amamos,
con quien nuestro pan comemos
y nuestro camino andamos.

Va creciendo así,  el infante,
entre risas y cariños.
Pronto sabe de otros niños
que son amigos o hermanos
y entre regaños y mimos,
apoyándose en las manos
de aquéllos que son su mundo,
conoce el amor profundo
que se llama fraternal
y que es, tan bueno o igual,
al que le dieron sus padres
y se llama amor filial.

Pronto llega a adolescente,
niño o niña, es igual.
Va conociendo más gentes
y entre ellos, halla cual
podría ser su pareja.
A eso nadie le aconseja.
En un encuentro casual,
o bien uno concertado,
cualquiera  da por sentado
que, “matrimonio y mortaja,
Siempre del cielo nos baja”.

Y el consejo cabe aquí,
si el consejo de algo vale,
porque consejo y regaño
siempre se van por el caño.
Fácil entra, fácil sale.
pero, el consejo, al fin
muy barato se los doy.
Para mí es fácil decirlo,
duro para el que va a oírlo
y es que no debe ser ruin
aquél que, usando la fuerza,
a otro la suerte tuerza
para conseguir su fin.

Con esto quiero decir:
si a su hijo ve enamorado,
no le ataje su sentir,
no lo ponga usted a sufrir
cortándole la ilusión.
Esto crea confusión,
resentimiento y enojo.
No vaya a ser que el “patojo”,
tomándola contra usted,
y radical en su antojo,
cometa alguna locura
que sea de lamentar.
Algo más que travesura
Y no pueda retornar.
Ante bien, infórmele
muy bien de lo que es la vida.
Que hay que ganar la comida
antes de tener hogar.
Enséñele que, jugar,
es divertido a su edad.
Haga ver, con claridad,
qué son las obligaciones.
Que no son las ilusiones
las que van a mitigar
el hambre cuando aparezca.
Que crezca y se fortalezca
en el estudio y trabajo.
Pero todo esto ¡carajo!
dígalo con suavidad,
no con regaños y gritos
o inventándole mil mitos
que pierdan la realidad.

Dígale que su ilusión
es algo bello, bonito.
Que viva en su corazón
ese momento de amor
porque, los recuerdos, son
para el alma el alimento,
para el cuerpo son sustento,
para la vida, sabor.

Mucho más hay que decir
del amor y enamorados.
Pero, según mi sentir,
ya deben estar cansados.
Por eso voy a callar.
mi silencio es momentáneo
Pues, ocasión para hablar,
en evento sucedáneo
voy a volverla a encontrar.
Agradezco su atención
a quien quiso ser cantor.
A sus órdenes les quedo,
como atento servidor.

Marco Qui.
Febrero 2,012

¿Te gusta este poema? Compártelo:
«« más poemas de Marco Antonio Quiñónez Flores