Oracion al final de la vida - Poemas de Marco Antonio Quiñónez Flores
Oracion al final de la vida
Poema publicado el 07 de Marzo de 2004
Buenas noches, Dios. ya estoy de vuelta.
En realidad hoy no te necesito,
no estoy feliz ni estoy triste.
Siento que, al final, he vuelto como soy.
Cuando saliò el sol, Dios, te pedì ayuda.
No sabìa, entonces, si existìas
pero estabas latente en mi ser interno.
Te saludè, asì, por la mañana
como a un ser ignoto y muy lejano.
Cuando el sol alumbró salì, presto, a la lucha,
solo, sin armas ni aliados, luchè con fuerza
y no me sentí caer.
Cuantas veces sentí llegada la derrota
me hablé a mí mismo
y de nuevo sentí ansia de triunfo y lucha.
Cuando, cansado, me sentè a la vera del camino
me preguntè por tí
y mi voz me dijo que la senda era tan sòlo mía.
Luché y anduve mil batallas y caminos
y Dios, en ningún lugar te halle.
Hoy, Dios, ya estoy de vuelta.
en realidad ya no te necesito.
no estoy feliz ni estoy triste.
Siento que, al final, estarás cansado
de haber luchado en mis batallas,
de haber andado en mis caminos.
Te busqué en mi día, si,
pero busqué tu figura a la par mía.
Pensé que serías compañero en la lucha
o peregrino que encontrara en mi camino.
No supe Dios que, en mí, siempre estuviste.
Que tu consejo se me dió al principio.
Cuando luché y triunfé, con mi buen tino, viste
y al escoger la senda, en mi camino, estabas.
Buenas noches, Dios, ya estoy de vuelta.
en realidad hoy no te necesito.
No estoy feliz ni estoy triste.
Siento que, al final, he vuelto como soy...
pero te he visto.
Marco Quiñónez 1,992
Poema publicado el 07 de Marzo de 2004
Buenas noches, Dios. ya estoy de vuelta.
En realidad hoy no te necesito,
no estoy feliz ni estoy triste.
Siento que, al final, he vuelto como soy.
Cuando saliò el sol, Dios, te pedì ayuda.
No sabìa, entonces, si existìas
pero estabas latente en mi ser interno.
Te saludè, asì, por la mañana
como a un ser ignoto y muy lejano.
Cuando el sol alumbró salì, presto, a la lucha,
solo, sin armas ni aliados, luchè con fuerza
y no me sentí caer.
Cuantas veces sentí llegada la derrota
me hablé a mí mismo
y de nuevo sentí ansia de triunfo y lucha.
Cuando, cansado, me sentè a la vera del camino
me preguntè por tí
y mi voz me dijo que la senda era tan sòlo mía.
Luché y anduve mil batallas y caminos
y Dios, en ningún lugar te halle.
Hoy, Dios, ya estoy de vuelta.
en realidad ya no te necesito.
no estoy feliz ni estoy triste.
Siento que, al final, estarás cansado
de haber luchado en mis batallas,
de haber andado en mis caminos.
Te busqué en mi día, si,
pero busqué tu figura a la par mía.
Pensé que serías compañero en la lucha
o peregrino que encontrara en mi camino.
No supe Dios que, en mí, siempre estuviste.
Que tu consejo se me dió al principio.
Cuando luché y triunfé, con mi buen tino, viste
y al escoger la senda, en mi camino, estabas.
Buenas noches, Dios, ya estoy de vuelta.
en realidad hoy no te necesito.
No estoy feliz ni estoy triste.
Siento que, al final, he vuelto como soy...
pero te he visto.
Marco Quiñónez 1,992
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