Amada mía - Poemas de HUGO LINDO
Amada mía
Poema publicado el 23 de Julio de 2002
Amada mía: ¡el tiempo, el tiempo!
¿Qué sabemos nosotros de sus alas
o de sus garras?...
Todavía gira
La racha de un aroma deleitoso.
Todavía tus dedos
Tiemblan con un temblor de ramas tiernas
Cuando arrimo a tu ser mis soledades
Buscando el agua lenta de tus ojos…
¿Pero quién profetiza? ¿Quiñen nos graba
en la piedra y el bronce? ¿Quién nos dice
que en la marea de tu pelo un día
no se posen gaviotas extranjeras?
¿Quién asegura que el destino es firme
cuando el destino asoma por mis voces
y te dice un arrullo transitorio
disfrazado de ilímite esperanza?
Créeme eternamente este minuto,
Pero sólo el minuto, eternamente.
¡Maravillosa flor la flor de escarcha
que huye de sus aristas y su forma
para trocarse en lo que no sabemos
y dejarlo de ser al otro instante!
¡El tiempo, el tiempo, el tiempo!...
¿Qué sabemos nosotros de sus aguas
ni cómo nuestras velas de ternura
hallarán su horizonte o su naufragio?
Amada mía: el tiempo es tiempo de aire,
Y más de aire nosotros que volamos
Entre el arrullo dulce de un segundo
Y el silencio del polvo innumerable.
Créeme eternamente este minuto,
Pero sólo el minuto, eternamente.
Poema publicado el 23 de Julio de 2002
Amada mía: ¡el tiempo, el tiempo!
¿Qué sabemos nosotros de sus alas
o de sus garras?...
Todavía gira
La racha de un aroma deleitoso.
Todavía tus dedos
Tiemblan con un temblor de ramas tiernas
Cuando arrimo a tu ser mis soledades
Buscando el agua lenta de tus ojos…
¿Pero quién profetiza? ¿Quiñen nos graba
en la piedra y el bronce? ¿Quién nos dice
que en la marea de tu pelo un día
no se posen gaviotas extranjeras?
¿Quién asegura que el destino es firme
cuando el destino asoma por mis voces
y te dice un arrullo transitorio
disfrazado de ilímite esperanza?
Créeme eternamente este minuto,
Pero sólo el minuto, eternamente.
¡Maravillosa flor la flor de escarcha
que huye de sus aristas y su forma
para trocarse en lo que no sabemos
y dejarlo de ser al otro instante!
¡El tiempo, el tiempo, el tiempo!...
¿Qué sabemos nosotros de sus aguas
ni cómo nuestras velas de ternura
hallarán su horizonte o su naufragio?
Amada mía: el tiempo es tiempo de aire,
Y más de aire nosotros que volamos
Entre el arrullo dulce de un segundo
Y el silencio del polvo innumerable.
Créeme eternamente este minuto,
Pero sólo el minuto, eternamente.
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