Vicarias blancas - Poemas de EDEL MORALES
Vicarias blancas
Poema publicado el 30 de Noviembre de -0001
Bordes que hieren el cielo de mi infancia.
He dormido sin sueño doce iguales minutos
en una noche de lobos que buscan su carne en el asfalto.
En una distancia imposible.
Como mi madre doce horas de un mismo dolor.
Como doce rostros de mi abuelo sin río y sin peces.
Como Paulina Gutiérrez toda la eternidad vacía
(ahora va su polvo hacia una tierra entre vicarias blancas).
¿Qué lenguaje dirá las soledades?
¿Qué sonido en verdad significa adiós para siempre, amén?
Es absoluto el silencio de Caridad Fuentes Gutiérrez
junto a la tierra que espera el cuerpo de su madre.
Es absoluto el silencio de Armando Fuentes
asombrado y solo después de setenta años de amor.
Es absoluto mi silencio en la distancia imposible del asfalto.
Los cielos se han abierto para recibir el alma de mi abuela
(entre vicarias blancas va su eternidad hacia Dios).
Sé que mi madre sostiene la tierra sin una lágrima.
Sé que mi madre sostiene en la mano el rostro de su padre.
Sé que mi madre sostiene la luz.
Es una noche de lobos en la carne del asfalto
y en mi herida regresan el río y los peces de abuelo,
las vicarias blancas de Paulina Gutiérrez,
el cielo de mi infancia.
Yo les veo la mirada sin palabras y regreso a casa.
Todavía el más profundo dolor está por anunciar su eternidad.
Poema publicado el 30 de Noviembre de -0001
Bordes que hieren el cielo de mi infancia.
He dormido sin sueño doce iguales minutos
en una noche de lobos que buscan su carne en el asfalto.
En una distancia imposible.
Como mi madre doce horas de un mismo dolor.
Como doce rostros de mi abuelo sin río y sin peces.
Como Paulina Gutiérrez toda la eternidad vacía
(ahora va su polvo hacia una tierra entre vicarias blancas).
¿Qué lenguaje dirá las soledades?
¿Qué sonido en verdad significa adiós para siempre, amén?
Es absoluto el silencio de Caridad Fuentes Gutiérrez
junto a la tierra que espera el cuerpo de su madre.
Es absoluto el silencio de Armando Fuentes
asombrado y solo después de setenta años de amor.
Es absoluto mi silencio en la distancia imposible del asfalto.
Los cielos se han abierto para recibir el alma de mi abuela
(entre vicarias blancas va su eternidad hacia Dios).
Sé que mi madre sostiene la tierra sin una lágrima.
Sé que mi madre sostiene en la mano el rostro de su padre.
Sé que mi madre sostiene la luz.
Es una noche de lobos en la carne del asfalto
y en mi herida regresan el río y los peces de abuelo,
las vicarias blancas de Paulina Gutiérrez,
el cielo de mi infancia.
Yo les veo la mirada sin palabras y regreso a casa.
Todavía el más profundo dolor está por anunciar su eternidad.
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