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Voy a volver a ser - Poemas de Antonio R Munguia


 
 
Voy a volver a ser
Poema publicado el 04 de Febrero de 2011

En el umbral del misterioso Seno
que la Escritura cita con vehemencia,
siento que estoy ya casi en la presencia
del padre Abraham,  y con intento bueno
es mi esperanza hallar un cielo ameno
donde el rico mendigue el pan tirado
de  la mesa de Lázaro,  y su estado
sea el del paraíso  cuyo encuentro
fue de Jesús y Dimas en el centro
del mundo espiritual tan anhelado.

Desde niño fui tardo en mis enojos
orientado  en la fe de los cristianos,
aprendí del Señor que son hermanos
tanto quienes ahuyentan con cerrojos
como los que comparten sus despojos
a seres que a su puerta dan toquidos
y son  sin conocerlos bienvenidos.
Al llegar a este cielo engalanado
será mi ideal lograr ser perdonado
por  todos los pecados cometidos.

No hay mucho que agregar porque confío
en que estoy  a la puerta de ese cielo,
salvo decir que es el lugar que anhelo
y, con pasión inusitada, ansío
sus  rincones pisar en mi extravío
al dejar este cuerpo que aprisiona.
La esperanza es virtud que me ilusiona;
la intuición  es un dardo que no hiere;
pero las dos confortan al que muere
y le dan una paz que lo emociona.

Con ese pensamiento grato y sano
me quiero despedir fiel de este  mundo
y  regresar a él  ya no el inmundo
ente insidioso, hipócrita y humano,
que tiró piedras y escondió la mano;
escogeré vivir humildemente
procurando amistad entre la gente
sin importar su estatus o figura,
seré un hermano que le dé dulzura
a quien ajenjo abreve y sea inocente.

No me critiquen porque piense en serio
con reencarnar después de este atropello,
si esta vida fue sólo un mal destello
he de volver a ser, sin el criterio
de sentir como el fin el cementerio.
Yo voy a regresar y cuando sea
será mi lucha audaz como tarea
amar a los demás, hasta la meta
que nos espera al fin con la estafeta
para morar en la divina aldea.

El Bautista anunció desde el desierto,
con su antorcha alumbrando aquel camino,
que el Reino de los Cielos, el destino,
llegaba al mundo con aviso cierto
resonando su voz con eco abierto:
“Enderezad la senda, ya está cerca
el Reino de los Cielos” más la terca
humanidad abyecta y pecadora
no cesó de infringir, hora tras hora,
su  santa regla que a este reino acerca.

Dios ha de proteger mis intereses
como su hijo infidente y desgraciado,
en un rincón  dejándome a su lado;
arrepentido como tantas veces,
recomenzando con sus feligreses
que  también se disponen a otra vida,
olvidando el pasado y en la huída
hacia el plano mortal de la materia,
me dé valor sin la carnal miseria
que hoy sólo es para mí joya perdida.




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