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Reflexion en una tarde triste - Poemas de Antonio R Munguia


 
 
Reflexion en una tarde triste
Poema publicado el 23 de Febrero de 2014

FLOR DE UN DÍA


La podredumbre está por todas partes
En este suelo antaño tan aseado,
Hoy pululan y reinan malas artes
Donde antes cuanto había  era sagrado.

Los infantes fijaban su mirada
A los pies del anciano al escucharle,
Cruzando brazos y en  boca cerrada
Como estar ante Dios para alabarle.

El trato era de “Usted” con atingencia
A lo dispuesto por cualquier adulto,
Sin dilación ni muestra de imprudencia
Y sin urdir un resquemor oculto.

¡Ah, los años de ayer!, quien los volviera
Actuales y pujantes de alegría.
Pero no podrá ser, lo que antes fuera
Tan sólo fue en mi vida flor de un día.

Apenas mis retoños saborearon
Las mieles incipientes  ya maduras,
Sus armas más letales dispararon
Contra mi corazón y mis posturas.

Olvidaron las tardes  con su padre
En torno de la isla en la cocina,
Degustando del pargo  sin su madre
Ocupada en minucias de oficina.

Borraron de su mente aquellos juegos
Que en viajes y en la casa disfrutaron,
Eliminando qué o quiénes cual ciegos
Leyéndome la  mente adivinaron.

Echaron al olvido las posadas
Que con velas y cantos compartimos
Con el calor de hogar donde a jugadas
De lotería en premio un beso dimos.

Las noches de ajedrez también  oscuras
En memoria olvidada retejieron,
Igual que sabatinas travesuras
Que dormida su madre a mí me hicieron.

Y todo lo vivimos muchas veces
En su infantil y adolescente historia,
Porque padre yo fui con grandes creces
Que hieren al fallar de su memoria.

Nada logré en treinta años de paciencia
Pendiente de sus vidas y tutela;
Hoy siento su desdén y su indecencia
Como un látigo cruento que flagela.

El sueño que de niño fue mi anhelo
En buena parte lo viví a su lado,
Pero reflexionar cuál es su celo
Cada día lo torna envenenado.

A mi Dios los confío con cariño
Y les doy mi perdón por su inconciencia,
Yo también gocé mucho siendo niño
Y hoy siento que mi pago es cruel ausencia;

A las tumbas de madre, tía y abuela
Pocas veces visito agradecido,
Cuando fueron “el padre” que ama y vela
En mi crecer imberbe y aguerrido.

Cómo no perdonar si soy lo mismo,
Aunque en la vida de mis santas viejas
Jamás les di la espalda con cinismo,
Pero al morirse preferí las rejas

No de un penal para purgar mis penas,
Pero sí de mi hogar donde me escondo
Y evito tropezar con más escenas
De mis hijos cayendo más al fondo.

Mi Espíritu ha llegado a los confines
Donde no hay esperanza ni respiro,
Con  maldad y con burla entre sus fines
La cárcel fue más bien de gracia el tiro.

El mayor por correo con desprecios
Me informó para herirme el alma entera
Que el día de dar gracias, los muy necios,
Acordaron mi arresto que ocurriera.

Al recorrer mi lista de delitos
No encuentro más pecado que haberme hecho
Un  buen esposo y padre  cuyos gritos
Fueron de amor, jamás como despecho.

Y si en alguna vez fui muy estricto
Sólo busqué moldear sus caracteres,
Como yo lo aprendí sin más conflicto
Creciendo totalmente entre mujeres,

Todas ellas de amor pleno a raudales
Fieles  a sus mayores con respeto,
Evitaron los celos y otros males
Y en esa fiel bondad forjé mi reto.

No sé en mis hijos qué guarden sus pechos
Por lo que sobre mí les platicaron,
Y aunque no soy cabal de los derechos
Puedo afirmar que mucho les falsearon.

Esperé que su escuela terminaran
Para aclarar asuntos de familia,
Y sin que en decisión participaran
Vieran  sólo que mi  ánimo concilia.

Pero es claro que no alcancé mi meta.
Triunfaron la mentira y el engaño;
De cualquier modo afirmo la receta:
La verdad ante todo aunque haga daño.

¡Ah, los años de ayer!, quién los volviera
Actuales y pujantes de alegría.
Pero no podrá ser, lo que antes fuera
Tan sólo fue en mi vida flor de un día…



ESPINA LONGEVA

Los años pasan veloces
Como rayos de tormenta,
Con sorpresa tan violenta
Que abrasan mi alma feroces
Tronando con fuertes voces.
Son como espina longeva
Que se incrusta y se renueva
Cada día con más filo,
Aprovechando el asilo
Que mi corazón conlleva.

No hallo donde guarecerme
Para evitar su estocada,
Pues  mi alma ya calcinada,
En vez de volverse inerme,
Injusta se ensaña al verme
Rendido al rayo que inflama
Y que alimenta la llama
Del recuerdo permanente,
Que aunque me sabe inocente
Se goza al manchar mi fama…





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