Un sueño de niño - Poemas de Antonio Munguia
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Un sueño de niño
Poema publicado el 21 de Septiembre de 2021
Cuando niño tuve un sueño
Que hace mucho había olvidado.
Ha vuelto en años recientes
Trayendo inquietud y llanto.
Me veo en el campo abierto
Como venerable anciano,
Que siembra pequeña milpa
Limitada por un lago,
Del que un islote asomaba
Dando lustre al verde campo.
Yo guiaba dos bueyes fuertes
Y un arado hecho de palos.
Mis pasos eran ya lentos,
Y mis cabellos tan canos,
Que semejaban la cima
De un promontorio nevado,
Mal cubierto con sombrero
Alas anchas, casquete alto,
Con que sombreaba mi rostro
Muy oscuro y arrugado.
Estaba lejos el pueblo
Y fue un erial solitario,
Cuya paz me dio consuelo
Después de un ácido trago.
Había tenido familia;
hijos, esposa y un rancho,
Un hogar dichoso y bello,
Que alentó labor y bártulos
De juventud impetuosa
Y espíritu ilusionado.
Pero todo se esfumó,
Sin sentir el lento paso
Del tiempo que inexorable
Hizo trizas ese encanto.
La esposa un día se fue
Por enfado o por engaño,
Y los hijos decidieron
Partir con rumbos lejanos,
Para dejar el terruño
Y al padre como ermitaño.
Eran días interminables,
Que poco a poco lograron
Envenenar sentimientos,
Hacia quienes los resabios
En mi alma dieron lugar
Con sabor acre y amargo.
El final fue muy terrible,
No recuerdo lo pensado,
Pero veo que camino
Hasta adentrarme en el lago,
Y solo salir a flote
Mi espíritu liberado.
Noche a noche el mismo sueño
Repito en total letargo,
Sin que entienda sus razones
O el origen algo vago,
Tan distinto a mi actual vida
De Dios divino regalo.
Quizás por ello en las aguas
Del mar o estanques de nado,
No puedo internarme en ellas
Y me acomete el espanto.
Quiera Dios que el sueño pronto
No haga presa de mi espacio
De oníricos sufrimientos
Y me dé paz y descanso.
Es mi anhelo más ferviente
Y epílogo de mis años.
Poema publicado el 21 de Septiembre de 2021
Cuando niño tuve un sueño
Que hace mucho había olvidado.
Ha vuelto en años recientes
Trayendo inquietud y llanto.
Me veo en el campo abierto
Como venerable anciano,
Que siembra pequeña milpa
Limitada por un lago,
Del que un islote asomaba
Dando lustre al verde campo.
Yo guiaba dos bueyes fuertes
Y un arado hecho de palos.
Mis pasos eran ya lentos,
Y mis cabellos tan canos,
Que semejaban la cima
De un promontorio nevado,
Mal cubierto con sombrero
Alas anchas, casquete alto,
Con que sombreaba mi rostro
Muy oscuro y arrugado.
Estaba lejos el pueblo
Y fue un erial solitario,
Cuya paz me dio consuelo
Después de un ácido trago.
Había tenido familia;
hijos, esposa y un rancho,
Un hogar dichoso y bello,
Que alentó labor y bártulos
De juventud impetuosa
Y espíritu ilusionado.
Pero todo se esfumó,
Sin sentir el lento paso
Del tiempo que inexorable
Hizo trizas ese encanto.
La esposa un día se fue
Por enfado o por engaño,
Y los hijos decidieron
Partir con rumbos lejanos,
Para dejar el terruño
Y al padre como ermitaño.
Eran días interminables,
Que poco a poco lograron
Envenenar sentimientos,
Hacia quienes los resabios
En mi alma dieron lugar
Con sabor acre y amargo.
El final fue muy terrible,
No recuerdo lo pensado,
Pero veo que camino
Hasta adentrarme en el lago,
Y solo salir a flote
Mi espíritu liberado.
Noche a noche el mismo sueño
Repito en total letargo,
Sin que entienda sus razones
O el origen algo vago,
Tan distinto a mi actual vida
De Dios divino regalo.
Quizás por ello en las aguas
Del mar o estanques de nado,
No puedo internarme en ellas
Y me acomete el espanto.
Quiera Dios que el sueño pronto
No haga presa de mi espacio
De oníricos sufrimientos
Y me dé paz y descanso.
Es mi anhelo más ferviente
Y epílogo de mis años.
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